ENTREVISTA CON EL ESCRITOR Y POETA NELSON ROMERO GUZMÁN

Nelson Romero Guzmán es uno de los escritores de poesía más destacados de nuestro país. Su oficio literario se nutre de una visión de mundo que ha logrado construir con sacrificio y humildad. En aras de acercarnos a su proceso creador, hemos conversado con este hombre amante de la literatura y candidato a Magíster en Literatura Latinoamericana de la Universidad Tecnológica de Pereira en convenio con la Universidad del Tolima.


Willian Geovany Rodríguez Gutiérrez: ¿Cómo descubrió su vocación?


Nelson Romero Guzmán: De niño me gustó siempre leer, me aprendía de memoria algunos cuentos que traían las cartillas escolares. Pero en esta etapa de la vida todavía no tenía una consciencia de la escritura; esta empezó a tomar forma en la adolescencia más o menos a la edad de dieciséis o diecisiete años.


W.R.: Cuándo usted escribe, ¿cuál es su proceso creativo?


N.R.: Primero hay una idea central en un primer plano como la que me invadió hace ya varios meses, y es la de haber imaginado al filósofo Platón echándole fuego a la caverna; esa idea bastó para concebir la primera versión del proyecto de un libro –de la cual hace poco terminé con el título de “La risotada de Platón”- donde imagino a un Platón pirómano que de esta forma se despide de la caverna, de la filosofía, del mundo de las ideas, y esta imagen remite al proceso de evolución de la filosofía que en la modernidad ya no tiene su morada en el ser, al decir de Heidegger. Este es un libro con trasfondo filosófico, dominado por la alegoría de la caverna, a partir de lo cual se visiona lo poético. Pero este proyecto puede fracasar, como tantos otros.


W.R.: ¿Qué se debe tener en cuenta cuando se piensa escribir un libro de poesía”

N.R.: Cuando se va a escribir un libro de poesía tienes que tener en cuenta primero la parte auditiva; uno escribe no sólo con el lenguaje sino que antes del lenguaje está el sonido, la entonación de las palabras, de donde surge como la música de fondo del libro. Cuando ya el tono está definido, apenas cuentas con la mitad del libro. A esto se une el ritmo y la respiración, sin lo cual su contenido no tendría la fuerza que exige el poema, para lograr sus efectos en un nivel poético.


W.R.: ¿Ha tenido en mente modelos literarios de escritores que quieres imitar?


N.R.: Yo creo que la propuesta literaria más importante ha sido la de la modernidad, donde predomina Baudelaire con su teoría estética, su monumental obra revolucionaria en el sentido estético, y con él todo el simbolismo francés, representado principalmente en Mallarmé. Las vanguardias de los primeros treinta años del siglo XX, a su vez, han sido como los modelos surgidos del proyecto de la modernidad en poesía y de ahí se desprende toda una corriente del lenguaje que permea, incluso, a los poetas más recientes. Yo bebo de esas fuentes.


W.R.: ¿Durante su carrera como escritor ha contado con algún mánager o agente literario?


NR.: Digamos que esa figura ya no es frecuente en nuestros tiempos y menos en poesía, ya que como género literario está muy al margen de otros como la novela, el cuento o el ensayo, que alcanzan un mayor número de lectores. Pero tengo amigos que me estimulan constantemente, como el escritor Andrés Berger-Kiss, Juan Manuel Roca, Santiago Mutis o Gabriel Arturo Castro.


WR.: ¿Por qué es tan difícil publicar poesía en nuestro país?


N.R.: Considero que es difícil publicar poesía en el mundo en estos momentos, porque los editores no le apuestan a la edición de libros de poesía salvo los mismos poetas ya reconocidos en varias lenguas, que aún se siguen traduciendo y editando, entre los que se puede mencionar los libros de Pablo Neruda, Huidobro, Thomás Eliot, Benedetti, porque son obras que ya tienen unos lectores asegurados, una tradición de comentaristas que los hace reconocibles por el grueso del público. De resto, la poesía es como un monólogo.


W.R.: ¿De los premios que ha ganado cuál es el que más aprecia y por qué?


N.R.: Bueno, yo aprecio mucho el primer premio que gané, me refiero al Premio Nacional de Poesía Fernando Mejía Mejía obtenido en el año 1992, en Manizales. Lo aprecio porque fue el primer libro, era más inocente, había mucha más incertidumbre y para mí fue enorme la sorpresa de haberlo ganado, en medio de jurados destacados y de escritores consagrados que fueron por aquel entonces finalistas de ese premio.





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ENTREVISTA CON EL JUEZ Y POETA LUIS EDUARDO GUTIÉRREZ

Luis Eduardo Gutiérrez Lozano no sólo es un Juez de la República de Colombia sino también Escritor y Poeta, que en reiteradas ocasiones ha sido merecedor de premios nacionales de poesía y menciones de honor importantes en la literatura colombiana como la que obtuvo el año inmediatamente anterior en el Premio ciudad de Bogotá. Los jurados integrados por escritores nacionales e internacionales de dicho certamen literario consideró que su propuesta literaria titulada ‘En la posada de J. Babel’, “Es un libro que se destaca por su unidad, por la ficción que pone en juego y por la riqueza de su lenguaje. El tiempo interno de los poemas atrapan al lector por su densidad metafórica. Es una obra distinta dentro de la tradición lírica colombiana.” Por esa razón, hemos decidido abordar a este Escritor y Poeta con el fin de conocer algunas apreciaciones sobre su producción literaria y sobre su vida.

Willian Geovany Rodríguez Gutiérrez: Desde su condición de juez de la República de Colombia ¿Cómo ha hecho para combinar dos actividades tan diferentes como lo son la abogacía y la literatura?

Luis Eduardo Gutiérrez: Bueno, realmente la literatura va por un camino y el ejercicio profesional por otro, pero no hablo de mi caso particular, no me gusta convertirme en una idea obsesiva ni en el personaje de mis conversaciones. Por eso prefiero más bien referirme a otros casos muy paradigmáticos como es el de Aurelio Arturo que fue magistrado de la sala laboral o el de Pedro Gómez Valderrama que también perteneció a la justicia y el de otros grandes poetas que también han sido abogados pero que no han integrado la rama jurisdiccional, porque han hecho ejercicios muy separados, que no están determinados por su profesión, aunque también hay casos como el de Kafka, que siendo abogado de una compañía aseguradora fue capaz de hablar sobre ese mundo sórdido de los jueces y de los abogados, en una de las principales obras literarias de la literatura universal como lo es “El Proceso”

W.G.R. ¿Cómo fueron sus primeros inicios en la poesía?

L.E.G.: A través de lecturas conjuntas con ciertos amigos comenzó esa suerte de deslumbramiento con la poesía que nos llevó a hacer algunas lecturas simultáneas como la de Gaitán Durán, Kavafis, Octavio Paz -del que aprendimos que la poesía es un ejercicio de libertad- en fin una serie de nombres que fueron apareciendo en charlas cotidianas y en la informalidad, lo que significó para mí un mundo nuevo e interesante.

W.R.G.: ¿Cuáles han sido sus principales influencias en su oficio literario?

L.E.G.: En algún lugar un amigo me comentó que estaba leyendo los poetas de la generación del 27, entonces me gustó la idea y comencé también a familiarizarme con esos poetas y con un orden estético que yo no conocía. En ese sentido me deslumbró por ejemplo escuchar nuevos nombres como por ejemplo Pedro Salinas. Dicha generación ejerció una influencia muy marcada en la poesía colombiana y sobre todo en la construcción de mi poesía.

W.R.G: ¿Qué época de su vida prevalece más a la hora de escribir poesía?

L.E.G.: La infancia ha sido el motivo principal a través del cual ciertos escritores y poetas como John Pearce o el mismo Aurelio Arturo, entre otros, han enriquecido su imaginación. Casi siempre la época de oro como es la niñez vibra con más intensidad en cada escritor. Ello se evidencia en el ejercicio escritural cuando apelan a esa eterna evocación o eterno retorno como idea obsesiva del regreso a la infancia, hecho que a mí no me seduce, en cambio si me seducen ciertos pasajes de la vida que no necesariamente están referidos a la infancia.

W.G.R.: En el plano literario: ¿qué es lo que más lo indispone a usted?

L.E.G.: Bueno yo soy enemigo por ejemplo de cierta insinceridad que es muy propia de los poetas, los poetas son dados a decir que fueron niños genios y que a los tres años leyeron a los franceses. En mi caso personal tenía unos límites muy de la edad y nunca fui precoz y aún considero que llegué a viejo y tengo unas limitaciones muy grandes. Así que yo no voy a vender otra imagen si no esa, la de un hombre con muchas limitaciones.

W.G.R.: ¿Como escritor y poeta tiende a ser solitario?

L.E.G.: Bueno en primer lugar casi que yo no me acostumbro a la idea de ser un escritor. Si en algún momento lo fui o si llegara a serlo no obedecería como a esos estereotipos en los que tradicionalmente se ha pretendido encasillar al poeta, prueba de ello son algunos escritores como Baudelaire etc. que han llevado una vida que ha sido muy coherente con la poesía. No creo que uno deba obedecer a ese llamado, porque usted puede ser poeta, pero a la vez moverse en otro orden, en el orden de la informalidad en el orden de una sociedad cerrada que casi que no admite sino que rechaza al soñador.

En ese sentido, me parece que es muy difícil para un soñador moverse en lo cotidiano sobre todo en la ciudad de Ibagué, porque el soñador ha sido estigmatizado, en cambio una persona que más bien se mueva en el margen de la realidad y no en el centro de ella no será estigmatizado. Por tal razón, pienso que esos paradigmas hacen parte del fabular pero no de los que realmente debe ser un poeta como por ejemplo el caso de un poeta inglés que trabajó en Faber & Faber, el cual llevaba una vida centrada en su cotidianidad.

Aún así entiendo que cada poeta, bueno cada escritor es un mundo desligado de otros mundos, en mi caso particular yo no tengo ningún comportamiento así, ningún estado de ánimo como que obedezca a una categorización o algo así, ya que soy una persona que tiene sus ritmos anímicos muy normales.



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