“A un gran corazón,
ninguna ingratitud lo cierra,
ninguna indiferencia lo cansa”
Proverbio Ruso



Es innegable que, producto de su transcurrir en la vida, los seres humanos tengan que afrontar situaciones adversas, fracasos, dificultades, necesidades apremiantes, es decir la cara contraria de la moneda, que a veces acompañan a los que no les queda más que apelar a su resiliencia para sobreponerse ante las situaciones difíciles, y así poder recuperar lo que con tanto esfuerzo construyeron durante muchos años.

En nuestro país son muchas las personas que dan cuenta de esa realidad y no olvidan su historia, tal vez porque tienen presente la afirmación que en alguna ocasión lanzó Jorge Agustín Nicolás Ruiz de Santayana cuando decía: “que el pueblo que olvida su historia está condenado a repetirla”. Aquellos que lo hacen, es porque los embarga una preocupación, que ponen al descubierto a partir de diversas expresiones para lo cual se valen de muchos medios entre los que se pueden señalar la escritura; con ésta se llega a denunciar de una forma figurada, hechos que han marcado la vida de las personas.

Si hay alguien que logra de manera magistral en su narrativa dar cuenta de la problemática social en la que aún viven la mayoría de los colombianos es sin duda el escritor colombiano David Sánchez Juliao porque pone en evidencia, a través de sus personajes, la marginación de la sociedad, la desunión de los pueblos, la decadencia, el machismo, el racismo, las injusticias socioeconómicas y la falta de educación, hechos que se convierten en un fiel testimonio de su cultura.

No hay que ir muy lejos para conocer de primera mano cómo es que sus personajes –luego de alcanzar un bienestar que durante muchos años buscaron- terminaron abatidos por el fracaso y aferrados a sus tristezas, que ya son más que los logros que pudieron cosechar durante su existencia. Esto es posible de apreciar en el audio libro que se titula Historias Esenciales, el cual fue escrito entre los años de 1975 y 1981 donde aparecen grabados y publicados El Flecha, El Pachanga, Abraham Al Humor, Foforito, Pedrito el soñador y otras creaciones del mismo género que se desarrollan en Montería, Lorica y otras poblaciones del Caribe colombiano.

En este trabajo literario van a tener gran influencia ciertos sucesos trascendentales de la historia colombiana, ya que por aquel entonces muchos de los sueños de ciertos compatriotas se quebrantaron, a raíz de que el Sistema de Unidades de Poder Adquisitivo (UPAC) entra en funcionamiento, lo cual conduce a una inflación desbordada. Posteriormente se agudiza la situación económica hasta desencadenar una crisis recesiva. Más tarde se decreta una emergencia económica constitucional que sumada al recrudecimiento de la violencia deja en malas condiciones la situación de nuestro país.

Después de este panorama sólo nos resta descansar en el fondo de sus personajes –con los que pretendemos establecer sus descensos- porque es allí donde nos podemos identificar y a la vez tratar de comprenderlos.

Uno de los personajes más importantes dentro de la narrativa de David Sánchez Juliao, es José de Jesús Negrete más conocido como el Pachanga, un hombre al que desde muy temprana edad le ha tocado trabajar muy duro para conseguir el sustento de su familia y al que además le ha tocado hacer de todo para mejorar su condición de vida, desde vender mochilas a los marineros americanos hasta manejar un camión. De acuerdo con esto cabe resaltar que en el cuento “El Pachanga” se evidencia dicho aspecto cuando se dice: “...qué no echo cuadro, qué no echo dígamelo y pelao que salí yo de la casa a buscar pa la manyuta ah bien pelao”.

Ante la falta de recursos económicos éste personaje no puede estudiar y antes bien considera que: “el estudio es pa ricos” –cabe señalar que su madre siempre quiso que él estudiara aunque ella no ganaba mucho dinero por ser cocinera de los Lavaye-, por eso José de Jesús Negrete decide afrontar la necesidad con el rebusque del que piensa que es necesario que: “busque tu charco babilla, conejo a tu conejera”.

Con el tiempo este incansable trabajador ha logrado comprarse un camioncito “el camión y yo somos hermanos en la mojocera de este mundo, quiero decir, me explico, en la jodidencia de este mundo”, del que deriva su sustento, y como lo señala él: “lo que me costó mucho timón ajeno que tuve que tirá” y “fue duro el bajotra que hubo que pasa primero”. Éste mismo le ha servido a él para “jarriar gringos” y de paso para aprovechar la bonanza que dejaban los barcos extranjeros que arribaban a Coveñas en busca de petróleo.

Así fue como se fue familiarizando con la cultura norteamericana y desde luego con su idioma, aquel mismo con el que se sentirá orgulloso gracias a que una vez que establece contacto con los gringos logra pulir su inglés.

Producto de su interés por el otro idioma es como cree posible explotar a los gringos –como quien no quiere la cosa- para no dejar de escapar esa oportunidad que la vida le está presentando; esa es la razón por la cual llega a adquirir fuertes sumas de dinero en dólares derivadas de su actividad como proxeneta.

Su actividad consistía en llevar a los gringos y a los daneses una vez que éstos aceptaban la invitación para ir a Coveñas a conocer el cabarecito del “Nalgaegallo” y por supuesto a las prostitutas, en razón a que los gringos tenían dinero para derrochar.

La buena vida lo lleva a disfrutar de ciertos placeres que ésta misma le había negado por su condición económica, así que no estima en ningún minuto en desaprovechar los “careperros” (dólares) que le entrega los gringos para desperdiciarlos jugando poker y en parrandas. De ahí que diga: “venga pa acá mi vieja y a parrandear por cuenta del imperialismo yanqui”.

De esta manera, él no se detiene en pensar por un solo instante en qué pasaría si el petróleo desaparece de Coveñas y en cómo sería su vida una vez éste se acabe, y por el contrario se deja guiar por el disfrute, el derroche excesivo y por su hedonismo, actitudes que finalmente lo hundirán a un estado de postración y de resignación ya que nunca pensó en su futuro y siempre vivía era el momento.

Al acabarse la petrolera de Coveñas donde llegaban barcos de diferentes partes del mundo, el pueblo de San Antero tristemente se hunde en la miseria porque: “se fue el gallo que más cantaba, se fue el dólar, el que manda la parada, el super bacano, el que está bien con todo el mundo, el pinga de oro, el dólar mi hermano”, puesto que la bonanza acabó, entonces a algunos no les quedó más sino abandonar a San Antero para lograr en otro lugar conseguir mejores oportunidades laborales y a otros los espera seguir viviendo sumidos en la necesidad absoluta.

Ante esto, la mayoría de habitantes que se aventuran en seguir viviendo en ese pueblo entre ellos el “Puroaguebollo”, deciden tardíamente contenerse de hacer cualquier tipo de transacciones; por esta razón ellos se abstienen de ocasionar algunos gastos relacionados con lujos suntuarios porque ante la crisis económica solo se puede hacer uso del dinero para productos alimenticios que corresponden a la canasta familiar, los cuales adquieren a mejor precio, es decir más económicos una vez que consiguen trasladarse hasta allá.

Uno de los habitantes que decide irse de allí en busca de mejores oportunidades laborales es “el Pachanga”; por ende se radicar en Lorica un pueblo de la costa que también atraviesa por condiciones similares de las que hasta hace poco vivió en su natal San Antero.

Allí el Pachanga empieza a pasar muchas necesidades a tal punto que culpa a una parte de la sociedad (burguesa) de lo que él está viviendo porque manifiesta que: “creen que aquí uno en la costa puede comer pura mierda, no joda ah no joda, mierda de la legítima, mierda ah, no joda manoejopo, no jodan, ni bailan ni dan barato, ah vienen es a bañarse aja, aja, y ni a pagarle a uno por el uso de la playa, ni un carajo hijuputa, no joda está en guevá, ñerda...”.

Además procede a contarle a cuadro (es un tipo de narrador en segunda persona porque crea el efecto de estar contándose la historia así mismo o a un yo desdoblado), que la situación que está viviendo también es parte de las malas administraciones de los gobiernos, por eso asegura en su crítica férrea: “que todos los gobiernos son la misma vaina, ah, la misma mierda con distinto mojón, mierda y tal, pero ni del positivo ni el forro...”. Más adelante llega a decir que “éste país está que se termina despipo rabia humana...”.

Pese a que vive en una situación difícil, sigue esperando ese cliente que le pagará por la carrerita pero no llega aún, cuando lleva esperando muchas horas, por eso considera que “la situación está dura llave puta, no joda usted aquí me ve parado desde las 7 de la mañana al ladito de la Iglesia con mi llaguita finada y tal pa sacarle cualquier carrera y nada es lo que sale, es nada ni pa coger con tarraya, no joda yo no se pa donde va esto cuadro...”.

El Pachanga se ha resignado a seguir viviendo en Lorica por el sentido de pertenencia que ha despertado el pueblo loriqueño, por esa razón no decide finalmente aventurarse a buscar un mejor futuro en Venezuela, mejores condiciones laborales, y mejores oportunidades de las que han sido privados muchos de sus copartidarios, eso que allí dice estar el “billete fuerte”., todo porque se considera un “aguevollo”, es decir, que es incapaz de dejar lo poco o nada que tiene, porque por más que se lo proponga le es difícil cumplirlo.

En vista de eso, considero que el descenso del Pachanga es rotundo, porque luego de venir de menos a más vuelve a quedar en peores condiciones de aquellas con las que inicialmente empezó, por eso su inconformidad consigo mismo y con la sociedad es bastante grande, porque lo que alcanzó no le bastó para que pasara sus últimos años o por lo menos parte de su vida en mejores condiciones. Debido a esto es que ahora sólo le queda el recuerdo de lo que fueron esos años dorados y aquel sinsabor que dejó la bonanza luego de que malgastara el dinero en cosas que no debió haber hecho.

De otro lado tenemos a los Lavayes –vaqueros monos de la serie-, una familia que a diferencia del Pachanga vivió en la abundancia porque provenían de cunas adineradas, prestantes y pudientes, que seducidos por el poder del dinero querían arremeter con las diferentes clases sociales y explotar a sus habitantes –como pasó con la señora madre del Pachanga- ya que se les consideraba como lo dueños hasta del aire que respiraban.

Además a esta familia no le importó nunca las convenciones sociales incluso las reglas, ya que hacían lo que ellos querían sin importar las consecuencias, como es el caso de la Plaza principal de Santa Cruz de Lorica donde ellos se apoderaron de este bien público para convertirla en corral y así poder guardar sus semovientes. Por consiguiente los habitantes del pueblo les tocaba aceptar los abusos y las arbitrariedades de esta familia.

En el caso de que los habitantes de Lorica no acataran sus órdenes podían correr el riesgo de perder sus vidas, pues el narrador así lo sentencia: “hacen así pun, pun medio mueve el gatillo y van cayendo como quien tumba mangos sabes y las mexicanas, la película, esas si son como la vida hermano”, lo que indica que el miedo que infundían en sus habitantes era avasallador. Todo lo anterior, ocurrió cuando los Lavayes eran los Lavayes porque después de que se puso en boga el petróleo éstos perdieron su poder y por ende su estatus.

Por lo anterior, la vida es vista por el Pachanga así: “como un dominó unos pasan y otros cierran el juego, no joda y con algunos con algunos cabrones de leche sabe que es lo que pasa, que cierran el juego con doble seis, no joda, así es la vida mano como un dominó, la vida es eso hermano como una película de vaqueros con todo lo que tienen las malditas, unos monos boniticos ahí tal los helados del chacho, los que ganan y otros barbones y peluquen y monen son sólo que se mierdan del caballo”.

En síntesis, tanto el Pachanga como Los Lavaye resultan ser esa clase de personas que perdieron la esperanza y la fe, pues no fueron lo suficientemente capaces de vencerse así mismos para sobreponerse de las penas y desgracias que los rondó y si eso pasó fue porque les faltó mucha fuerza de voluntad, espiritual y mental para seguir creyendo en sí mismos como para pensar en ganarle la batalla a tanto obstáculo que la vida le presenta a los seres humanos.

Finalmente, después de este panorama sólo nos resta descansar en el fondo de sus personajes con los que se podría pretender establecer sus descensos porque es allí donde nos podemos identificar y a la vez tratar de comprenderlos.


POR: Willian Geovany Rodríguez Gutiérrez
Licenciado en Lengua Castellana
Universidad del Tolima




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