EL ARTESANO DE LAS PALABRAS



“Escribir es quemarse vivo
pero es también renacer de las cenizas”
BLAKE



Sólo quien ama el juego con las palabras puede acercarse a la escritura de poemas, novelas, cuentos, ensayos, crónicas, porque la escritura es una cuestión de fe, que requiere mucha paciencia, dedicación, esfuerzo por parte de quienes pretenden ser artesanos de las palabras como lo fue el gran maestro del cuento Horacio Quiroga.

En vista de lo anterior, considero que todo aquel que se proponga ser ese artesano deberá ser consciente, como lo ha sido el escritor Roberto Rubiano Vargas, “que los relatos están en nosotros. El ser humano es un animal que narra, que se comunica con sus semejantes contando historias, contando quien es él mismo. Por tanto escribir historias no es más que una consecuencia de nuestra naturaleza. De lo que ya hemos vivido, conocido y sentido”.

Dicho planteamiento, es en definitiva lo que llevó al escritor Quiroga a hacer de su escritura un retrato personal, porque estaba imbricado de fracasos, derrotas, crisis, angustias, sufrimientos, decepciones, fantasmas y todo un sinnúmero de dificultades trágicas que tuvo que soportar durante su existencia. Como ejemplo tenemos el cuento “El hombre muerto”, en este se aprecia una atmósfera ensombrecedora que encubre sus pasiones bajo el tema de la muerte. Este es prácticamente el eje central de toda su narrativa.

Allí, el escritor va develando el panorama de la condición humana, para ahondar sobre lo que será su propio duelo degradante, porque empieza a recordar en lo efímero que ya parece ser su existencia los recuerdos del ayer, mientras lentamente su machete le va destruyendo su vida, por eso la visión del escritor que se impone para ese momento es que este hecho es inevitable en la vida de las personas y él lo sabe.

Por lo tanto, llega a decir, ¡Que nos reserva aún esta existencia llena de vigor, antes de su eliminación del escenario humano! Además termina sus divagaciones mortuorias afirmando desde un humanismo insospechado ¡tan lejos está la muerte y tan imprevisto lo que debemos vivir aún!

A partir de este acontecimiento creativo es como se funden en la complejidad de la que habla el escritor Albeiro Arciniegas en su texto “el cuento para jóvenes”, ésta resulta para él estar determinada “precisamente por su brevedad, la economía del verbo y el manejo de pocos personajes”. Así es como el escritor atrapa a sus lectores para que ellos disfruten de la tensión, el tono y el ritmo, propios de su narrativa.

Quiroga con esto logra mucho más, porque desde su vocación despliega ciertas técnicas narrativas y estrategias estilísticas, las cuales hacen posible la resonancia en sus lectores no solamente de éste cuento sino de toda su obra, esta virtud permite que su escritura viva aún en nuestros días por la autenticidad. Al respecto Víctor Montoya asegura: “lo más importante en un cuento es la autenticidad del tema.” Esto como lo indica Arciniegas es que sea interesante para el lector.

Finalmente considero que sin una trama sugerente, sin una historia deslumbrante el lector muy seguramente abandonará el hecho literario, por eso se espera que el escritor de hoy se proponga luchar con sus temores para hacer visibles sus nuevas propuestas literarias desde el cuento, aquellas mismas que pueden nacer según la escritora Laura Massolo: “A partir de una anécdota que acaban de contarnos, de una noticia de radio, de una imagen instantánea, de un recuerdo que sobreviene. O de una historia que ya leímos, alguna vez, hace mucho.”

Si logramos eso, muy seguramente estaremos en concordancia con lo que propone el escritor Juan Gabriel Vázquez en su texto: “Apología de las tortugas” al decir: “un cuento logrado proporciona un grado de satisfacción emocional y estética directamente proporcional a la dificultad que implicó escribirlo, tanto para el escritor como para el lector”

Por: Willian Geovany Rodríguez Gutiérrez*
Licenciado en Lengua Castellana
Universidad del Tolima





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