El contemplador se encuentra fuera
del paisaje, porque sino la naturaleza
no puede convertirse en paisaje.
GYÖRGY LUKÁCS

Historia y Conciencia de Clases


La novela “Duelo de Miradas” es una propuesta literaria de orden regional que no está lejos de pertenecer a la narrativa moderna, porque busca en la experimentación de estrategias estilísticas y técnicas narrativas lo que denominó Lionel Trilling como “la autenticidad” por la que se caracterizó la vanguardia de la modernidad.


Dicha propuesta del escritor Oscar Godoy Barbosa, tiene a bien incorporar algunas características propias de la modernidad a saber: el fragmento como lugar de enunciación, la multiplicidad de historias de cada uno de los personajes, la polifonía de voces, debido a que presentan un entrecruzamiento entre los narratarios que son manipulados, la metaficción (cajas chinas), la reelaboración del tiempo, entre otras.

Esta novela, aborda la condición humana, y llega al encuentro de la originalidad por medio del reciclaje, permitiendo así que se sienta nuevas visiones del mundo desde aquellos personajes, con diferentes perspectivas e incluso facetas desconocidas del ser humano.

Razón por la cual considero que es esto último lo que hace que esté por encima de otras propuestas literarias, llegando así a constituirse en una pieza literarias fundamental, que puede funcionar como momento de quiebre en la narrativa del Tolima.

De otro lado, en dicha novela se presenta la cosificación humana, la cual es entendida por Lukács en su libro Historia y Conciencia de Clases “como un fenómeno que se da no sólo en los comportamientos que relacionan a los hombres en su vida práctica, sea ésta en la esfera económica -bajo los presupuestos señalados por Marx- o en cualquier otra esfera de lo social, sino que la cosificación se instala en la reconstrucción simbólica que hacen esos hombres de su vida material”.

En ese sentido la sociedad capitalista pretende incorporar en la formación de ese hombre que quiere, diferentes formas de cosificación humana, que le permitan influir en lo que Lukács denominaba “formación de la conciencia”, por eso una de esas formas es la sexualidad.

Por lo anterior, es que este tipo de sociedad hace posible que el hombre viva en la fugacidad del tiempo y de la vida y que sus únicos intereses sean los de establecer relaciones de momento, que no demanden ningún tipo de compromiso y que no generen ninguna preocupación en ellos, porque el hombre moderno según Gilles Lipovetsky “está abierto a las novedades, apto para cambiar sin resistencia de modo de vida…” (Lipovetsky, 2003:162)


Fernando Cruz Kronfly afirma en su texto “Modernidad y Posmodernidad en la cultura” que: “…la gente ha ido aceptando, finalmente, que el poder existe y que lo mejor no es oponerse a él sino acomodarse a sus reglas de juego o darle simplemente la espalda para vivir la vida, para gozar el instante por fuera de lo político, a espaldas suyas”.

Este tipo de sociedad consigue que: “el subordinado se amolde y se acomode por imperativo de las circunstancias, dada la lógica productiva y fuertemente disciplinaria de las organizaciones, lo cierto es que al mismo tiempo que el hedonismo reduce el espíritu de esfuerzo y de sacrificio, lo cual constituye una amenaza para la gestión, de otra parte hace del subordinado un ser menos combativo y, por lo tanto, más fácilmente moldeable y débil frente a ciertas contraprestaciones que la organización suele ofrecerle a cambio de su esfuerzo y de su consagración” (Kronfly, 1998:45)


En el caso de Claudia, pretende controlar a su pareja valiéndose de lo que Fernando Cruz Kronfly denomina como la seducción. En relación con este concepto Baudrillard dice que: “es un arma por excelencia del poder de lo femenino, que permitió siempre que lo masculino cayera de hinojos seducido por la “espera fragante, oculta pero siempre contundente, insinuante y demoledora de lo femenino, aún así a los ojos del espectáculo apareciera como “obediente y sumiso” en el oculto e irresistible despliegue de sus poderes.

Además Claudia le gusta provocar para manipular a los hombres a su antojo, es decir que, consigue ser el centro de su atención de su pareja para lograr sus propósitos, y para ello finge vivir un amor que no siente acudiendo a la reciprocidad de su cariño y a las demostraciones afectivas, llegando con esto a no convertirse en ese amante: “aquel que nada recibe de retorno por parte del otro muere en la contemplación de su propia ausencia e in-significancia (Kronfly, 1998: 88)


En vista de eso, el periodista dice que: “era preferible disfrutar cada sensación, cada milímetro de piel. Nos ganaban los impulsos: sólo había risas, goce franco, piel, olores, sin palabras grandes de susurros falsos”. (Godoy, 1999: 79). Por tal razón, los jóvenes no se contienen y por el contrario se muestra más abierta a los deseos carnales propios de la mujer fatal, aquella misma que bajo ninguna medida rechaza la lujuria, la promiscuidad, el hedonismo y la ninfomanía.

Al respecto, Fernando Cruz Kronfly piensa que: “los jóvenes viven ahora el tiempo no sólo a través de un poderoso peso del presente sobre el pasado y el futuro, sino a través del valor de lo sensorial sobre otros valores que antes se representaban y se reconocían como superiores. Tengo la convicción de que nuestros jóvenes orientan su vida por la siguiente máxima: vive el instante. Muchas cosas se supeditan ahora a la denominada “utopía de lo inmediato”. (Kronfly, 1998: 31)

Ella actúa así, debido a que tuvo en el pasado una relación tormentosa al inicio de sus pasiones, por eso se veía avocada a un cinismo rodeado de artimañas, que bien se puede sintetizar a la luz de la siguiente afirmación que ella pronunció: “si conoces lo que le gusta a los hombres y se lo das sin perder el control, los tienes en tu mano. Somos unos restos babosos cuando nos topamos con alguien que sabe utilizar su cuerpo”. (Godoy, 1999: 69), lo que demuestra que ella utilizaba a los hombres, sólo para tener relaciones sexuales sin importar lo que verdaderamente sentía su amante, es decir el periodista.

Así es como se puede considerar que Claudia de ninguna manera quería estar comprometida con alguien sólo deseaba vivir aventuras expres, (de corto plazo) y que sus amantes fueran ese espejo y eco de ella, dispuestos a complacerla en todo. Bajo esta actitud se puede afirmar que no era consecuente con su manera de obrar, porque sus personalidades estaban dadas al cuestionamiento y a la interrogación, ya que Claudia su forma de ser era inconfundible, debido a que ella no le tenía miedo a nada y el peligro siempre la atraía.

Por eso, le era familiar perderse del mundo sin que este supiera algo de ello, pero en otras ocasiones daba mucho de qué hablar, porque se le solía ver en lugares de poca aceptación los viernes, sábados, martes y jueves, sin que le importara nada. Por lo anterior, es que ella “para romper las convenciones entraba y salía de crisis existenciales. Y no le decía que no a nada. Lo que me propongan, meto”. (Godoy, 1999: 66)

Además el narrador manifiesta que: “ella no le importaba el día de la semana o la urgencia académica o laboral del día siguiente ni presentar exámenes con la cabeza dando vueltas o atender la ferretería con ganas de vomitar”. (Pág. 66). Por su parte el periodista la describe como una mujer que sabe vivir a fondo.

Ahora Claudia mucho menos se detenía a pensar por un minuto en el daño que le estaba ocasionando al periodista. Sin embargo esta mujer se ha vuelto para sus pareja una obsesión inimaginable de ahí “que la relación tan especialmente ambivalente del macho con su espejo: lo degrada tanto más cuanto más dependa de sus encantos, cuanto más se reconozca como su prisionero en su ostentosa fragilidad” (Kronfly, 1998:92)

En vista de eso considero que son todos estos rasgos de la personalidad de Claudia lo que hace posible que en el caso del periodista la tenga tan presente en su vida, por eso él “veía por sus ojos, bebía su saliva, sudaba sus poros…” y “…estaba dispuesto a colgarse para ella siempre y cuando la muerte se lo pidiera”. (Godoy, 1999: 79).

Finalmente, es la sexualidad como se entiende en algunas esferas contemporáneas una forma de cosificación humana, debido que hace del individuo una persona manipulada que no actúa en aras de no permitir que el amor en sus relaciones de pareja sea degradado y ante esto lentamente es como se ve avocado a una pérdida de la identidad o como asegura Gilles Lipovetsky a la diversificación extrema de la conducta y de los gustos, amplificada aún más por la “revolución sexual”, por la disolución de los comportamientos socio-antropológicos del sexo y la edad.


Por: Willian Geovany Rodríguez Gutiérrez*
Licenciado en Lengua Castellana
Universidad del Tolima

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