DE LA CRISIS A LA CREACIÓN

La sociedad del siglo XIX, verá surgir ante sus ojos la nueva vanguardia artística y cultural como consecuencia de una ruptura estética, lo cual producirá el advenimiento del arte moderno como resultado de la disquisición entre lo espiritual con lo cultural, Hecho que revolucionará todos los diferentes campos de acción entre los que se pueden señalar: el filosófico, político, literario, artístico, entre otros, los cuales no se hacen esperar, y el continente europeo pronto conocerá el gran dinamismo que traerá consigo, producto de una paz que empezará a reinar.


De esta manera brotará la esperanza y atrás quedará el descontento y el inconformismo, ya que por fin se está apuntando a la libertad y desde luego a la renovación de un espíritu al que se referirá Odilon Barrot cuando afirma: “nunca pasiones más nobles habían movido el mundo civil; jamás un impulso de almas y corazones más universales había inundado Europa de una punta a otra”.

Por esa razón, se implanta una libertad revolucionaria que poco a poco iba madurando con las concepciones de los intelectuales, lo que hace que pronto se vayan originando según Mario De Micheli: “ideas liberales, anarquistas y socialistas que posteriormente los llevará a batirse no sólo con sus obras, sino con las armas en la mano” y que enérgicamente pasará a ser el elemento clave de la historia moderna donde el arte y la literatura son el espejo de esta. Lo anterior no fuera posible si la sociedad no hubiera asumido un gran compromiso en el desarrollo de su cultura.

Así tenemos que el arte que se gestó en aquel siglo, fue un arte revolucionario porque la claridad, la lucidez y el compromiso, llevaron indiscutiblemente a inspirar a los creadores y artistas de aquel entonces, y por supuesto los de nuestros tiempos, aspectos éstos que nunca podrán escapar de la realidad que les tocó vivir por aquel entonces y de la que han estado siempre influenciados, los nuevos artistas de nuestra época.

Por obvias razones, lo que se conserva de ese arte durante todos estos tiempos ha sido sin duda alguna los valores que los críticos les han asignado por su calidad estética a ciertas obras artísticas -recordemos que ahí es donde radica la profundidad y la admiración por su contenido-. Lo anterior como lo señala Belinski: “es el resultado del desarrollo del espíritu del tiempo, porque ésta según él, no pueden estar viviendo en los sueños”, pues son ciudadanos del reino de la realidad, que requiere más de la objetividad que de la subjetividad.

En esa misma línea corresponde el planteamiento del señor Mario De Micheli cuando propone que “la realidad histórica se hace así contenido de la obra a través de la fuerza creadora del artista, el cual, en vez de traicionar sus características, ponía en evidencia sus valores. En otras palabras, la realidad-contenido, al actuar con su prepotente empuje dentro del artista, determinaba también la fisonomía de la obra y su forma”, de acuerdo con esto, la madurez estética sobresalía por una especial brillantez, razón por la cual se cree que esta es una de las características más importantes en el arte nuevo moderno del siglo XIX.

Por otro lado el contenido, cuya originalidad es demasiado independiente y en esas mismas proporciones de ejecución audaz pasa a ser una vez más la manzana de la discordia como en la antigua Grecia, ya que según Mario De Micheli “ofenden las cosmovisiones de la sociedad burguesa, al tener un espíritu limitado que no puede abrazar ni las vastas concepciones del genio ni los arrebatos generosos de amor a la humanidad.”

Sin embargo el desarrollo sustancial que lograrían los intelectuales no sería aplastado por los burgueses sino por el contrario se mantendría para el beneficio de éstos ya que la técnica y la ciencia van a incursionar en otras esferas, y no con ello estoy desconociendo que otros campos de acción también avanzaran.

Por lo tanto, hay que reconocerles el esfuerzo que han hecho los intelectuales, los cultores y los artistas de aquel entonces, porque han permitido contribuir al desarrollo de la cultura nacional, aunque no podemos negar que ciertos burgueses pretendían a toda costa desestimar o restarle importancia a los avances que obtenían ellos a partir de su conciencia renovadora y sufrida que los llevaba a tomar aires refrescantes y vitales para sus procesos creativos, y uno de los personajes claves en todo esto sería el mismo Van Gogh.

Para conocer a Van Gogh es indispensable llegar a su penumbra en donde se asoma su espíritu creador, para descifrar en las líneas de sus trazos algunos hallazgos de éste amante de la creación, pues fue el quien con pasión y entrega dejó para la posteridad su legado artístico más emblemático en toda la historia de la pintura universal, pero a cambio de ello tendría que morir silenciado por los burgueses oficiales, que no permitían que él estuviera del lado de las poblaciones marginales relacionándose con la gente más humilde, la cuál le enseñaba su carácter y lo que representaba los roles de esta en la sociedad, de ahí que él se empeñara por hacer vida social e íntima con los campesinos.

En vista de lo anterior, su vida social sobre todo con los campesinos fue para él el factor más determinante en la invención de sus obras artísticas, porque eran ellos los que le proveían las imágenes y cuadros delirantes y que aunado con esa cotidianidad en la que él se encontraba, llega a reconfigurar todo su universo artístico como producto de su crecimiento, por lo tanto así será como llegará a madurar vertiginosamente al igual que su vocación y sus sentimientos, los cuales se traducirán en hechos supremamente concretos donde siempre estará presente su humildad.

Además en esa sociedad con la que crece, se asombrará y se conmoverá, y como había nacido para ser pintor verá en ella los colores que le hacían falta, porque creo que él sentía el color más que nadie y cuando a la sociedad le faltaba algún tono en especial, éste se encargaba de expresárselo para lo cual aplicaba el precepto de Millet que decía: “sólo se puede expresar aquel que con su fuerza no puede callar”, lo que indica que poco o nada le importará a él que fuera excluido por las clases altas con tal de revelar en sus cuadros las injusticias que cometían con los campesinos.

Por lo anterior, sufrirá durante toda su vida al no ser reconocido por su trabajo incansable que estaba realizando ni mucho menos se le re reconocerá durante su existencia como uno de los grandes pintores dentro del arte, pese a que él subsistía por el amor de éste, y por el poco dinero que podía derivar de sus cuadros (obras de arte) una vez que fuesen vendidos. Aún así lo que se propuso lo consiguió, pero lastimosamente reitero que no fue en vida sino después de su muerte, ya que tiempo después sus obras artísticas cobrarían un valor simbólico cultural, que ya nadie le podrá quitar de este mundo.

Ese valor que conseguirán sus obras nace como resultado de las crisis trascendentales por las que tubo que atravesar cuando su alma no gozaba de la fe espiritual, hecho que se vertía para bien de él en la invención de sus obras artísticas, debido a que en ellas plasmaba sus angustias existenciales, por eso me atrevo a decir con toda la certeza posible que para él: el hombre es la semejanza de Dios y el trabajo el alimento que fortifica.

Por esta razón, él amaba profundamente la humanidad de la gente que está del otro lado de él, y eso hacía que el compartiera su filantropía y desbordara sus ganas de estar con esta, riqueza que le permitió no sólo conocer su imagen interior sino la de los demás, puesto que él logró ser uno de los mejores observadores del libro de la naturaleza.

De otro lado, Van Gogh indirectamente logró que sus obras artísticas no sólo fuesen grabadas en el inconsciente de las personas sino también que entraran a hacer parte de la conciencia social de los ciudadanos de mundo, aquellos mismos que verían en sus obras artísticas el trasfondo de la deformación de la realidad -en otras palabras esta técnica es aquella que ayuda a simplificar e intensificar la concentración dramática-, la cual fue utilizada por Van Gogh para intensificar su perspectiva poética y figurativa

Pero Van Gogh no sólo se inclinaría por esta técnica sino además demostró interés por la de varios movimientos artísticos, ya que nunca se mostró conforme con alguna de éstas, porque siempre lo perseguía la zozobra, partiendo de ello será como su fervor no por lo religioso sino por el arte va a chocar más adelante con una realidad fría y limitada, en la que tratará de volver a embricar la sociedad en general con todos los artistas, porque ésta se oponía a su gremio y los acusaban de ser el desecho de la sociedad, ideal que nunca lograría cumplir.

Sin embargo la acumulación de sentimientos adversos que había originado esto, lo conllevará a no poder traspasar fronteras con su arte, lo cual traerá consigo la frustración y el desgarramiento de su alma, debido una vez más a las crisis infernales que lo llevarán finalmente al suicidio como única salida para poder protestar contra las altas clases sociales, que no hacían más sino excluirlo, por eso utilizaba el arte como una manera de defenderse de éstas.

Al igual que Van Gogh otro pintor como es: Ensor pasará por las crisis espirituales más abrumadoras propias de una soledad reinante pero éstas no lo llevarán al suicidio a diferencia de lo que le pasó al mismo Van Gogh que terminará con su vida.

Ensor poseía la mántica que tienen los poetas y Mario De Micheli lo reafirma cuando asegura que: “sólo quien posea un vivo sentido de lo social llega a darse cuenta antes que los demás de los fenómenos que se manifiestan en el mismo cuerpo de la sociedad”, lo cual se revierte en los personajes más humildes de Ostende que no sólo pintó Ensor sino también Van Gogh, y que logra plasmar al tener claro sus ideales socialistas, los cuales son demarcados en sus lienzos. Así Ensor no sólo se preocupó por esas personas humildes de Ostende a los que él retrataba en sus obras sino también por el desarrollo de ellos que se había propuesto alcanzar, ya que logró ser una figura cultural que trabajó al servicio de políticas que iban en favor de los pobres.

Su labor humanitaria pronto desfallecerá una vez que se ha vuelto agudo, cáustico, impaciente, rechazando la hipocresía de ciertas actitudes sentimentales y, al mismo tiempo, advirtiendo con la lúcida sensibilidad de su propio espíritu la falacia de una predicación humanitaria en la que no veía una sólida base, se desplaza a posiciones de rebelión individual para concentrarse en el anarquismo intelectual.

Pese a su cambio repentino de no seguir los ideales con los que se identificaba su pueblo, se convierte en un pintor de mucha trascendencia porque él como nadie iza en lo más alto la bandera de la rebelión frente a las comuniones y sus sentencias que acompañan éstos nuevos ideales, los cuales tienen que ver con lo que él escribió: “para ser artista hay que vivir oculto...Cielos duros, cielos carentes de bondad y amor, cielos cerrados a vuestros ojos cielos pobres, cielos desnudos sin consuelo, cielos sin sonrisa, cielos oficiales, todos los cielos, siguen agravando vuestras penas, pobres despreciados, condenados al surco. Oprimidos bajo carcajadas y silbidos malignos, no podíais creer en la bondad de los hombres, en la clarividencia de los ministros, y los verdugos de los despachos os maltrataban”.

Esas razones que él plantea golpean su alma avasalladora para trastocar en su humanidad que poco a poco se va encerrando en su ser hasta finalmente morir en su propia soledad, al respecto Mario De Micheli manifiesta: “que su soledad llega a ser crítica, carente de prejuicios y burlona”, y como si fuera poco las circunstancias que anteponen su soledad lo fragilizan como a nadie en el mundo porque éstas harán de él un ser muy inseguro.

La fragilidad con que cae una y otra vez su ánimo, lo lleva a ser lienzos que principalmente están marcados como lo afirma Micheli “por la amarga vis cómica, el gusto macabro, el moralismo y su espíritu de romería popular, eso es quizá lo que caracteriza el proceso inventivo de sus obras artísticas donde deja ver su mundo, un mundo que está afectado por: las alusiones, las alegorías, los símbolos; un mundo de absurda comedia , una kermesse de las contradicciones y del absurdo, ora sacudida por una alegría funesta y ora fijada con alucinada abstracción”

De otro lado, Ensor comprenderá que la única manera de desahogarse de sus penas, desdichas y sufrimientos, será a través del arte, pues éste le permitirá todo como por ejemplo dejar que su espíritu quedara libre para que por lo menos su alma pudiera hacer el viaje en la pintura de sus sueños, esa libertad que él conseguía sólo la hallaba en su contacto alma-pintura porque en lo demás, no la encontraba. De nuevo Micheli nos muestra como era Ensor en sus procesos creativos cuando dice: “que de él se desprende la salud y el escepticismo, la confianza en los poderes liberadores de la fantasía y despiadada claridad al mirar su propio destino y el de los demás; conciencia de ser un censor de los vicios privados y públicos y desenfrenada naturaleza sentimental, hacían de éste hombre lo que era él”.

Además, hay que reconocer que a Ensor lo atravesó un período oscuro pero luego lo renovó uno claro, como le pasó en algún momento al mismo Van Gogh. Su visión en esa renovación fue algo inquietante y demoníaco porque se valió de una despiadada ironía.

Por su parte a el pintor Munch lo perseguía el odio contra la moral convencional, contra los prejuicios burgueses y la sociedad en la que éstos se fundaban; también fue solitario como los otros dos pintores, y al igual que Ensor era además moralista pero que a diferencia de los demás nunca estuvo marcado por concepciones y políticas de algún movimiento en el especial, pero sí estuvo empeñado en conocer la física verdad que se ocultaba en los burgueses aunque diera miedo y horror, aún así la verdad perturbará su alma pero también su parte psíquica.

Finalmente Van Gogh, Ensor y Munch se convertirán en la historia del arte en tres (3) de los más importantes pintores del mundo que recorrerán con sus pinceles los quejidos de su alma y los resquebrajamientos de su sociedad y por las cuales afrontarán unas crisis creativas de la que a la postre se servirá el siglo XIX para enaltecer la historia y a su vez para hacer que la recordemos los amantes del arte por toda la eternidad.


Por: Willian Geovany Rodríguez Gutiérrez
Licenciado en Lengua Castellana
Universidad del Tolima




















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